Críticas/Para Salir de Fiesta/Viernes

El Guateque (1968): ¡Esto es una fiesta!

El guateque (1968) de Blake Edwards comienza jugando el despiste, presentándose con unos planos iniciales que bien podrían ser una visión renovada de Gunga Din (1939) de George Stevens, claro, hasta que hace acto de presencia Hrundi V. Bakshi, o lo que es lo mismo, Peter Sellers, que irrumpe en escena para ponerlo todo patas para arriba. Tras esto, un no parar, una ráfaga continua de gags que hacen que hasta el más gruñón se abandone al terreno de la carcajada. ¡Y qué bien se siente uno cuando ha terminado de ver la película! Con la sonrisa dibujada de oreja a oreja, la serotonina en plena efervescencia, y con la seguridad de haber asistido a una de las mejores comedias de la historia.

Director hábil este Edwards, que nos maravillaría con Desayuno con diamantes (1961), elevando a la categoría de mito a la Hepburn, que nos haría llorar con el amargo sorbo de realidad en Días de vino y rosas (1962), que crearía un ícono de la socarronería con La pantera rosa (1963), o que nos haría cosquillas -hasta no poder más- en el plexo solar con la película que nos ocupa, la cual fue la última gran comedia que realizó, siempre con el permiso de ¿Victor o Victoria? (1982). Para ello este maestro del humor contó con su equipo maravilla habitual, con un siempre memorable Mancini en las partituras, con Ballard en labores de fotografía, y poniendo la guinda con una gigantesca actuación de uno de sus actores fetiche, Sellers.

El GuatequePodría dedicar unas cuantas líneas a la historia, pero ésta es sólo una mera formalidad. Básicamente diré que en una casa de la alta alcurnia hay organizada una fiesta de la flor y nata cinematográfica, fiesta en la que el personaje que interpreta Sellers, cual Monsieur Hulot indio, se cuela por accidente y todo lo desmadra. De hecho, las referencias al mítico personaje creado por Jacques Tati no quedan sólo en el dibujo del personaje principal, trasladando, también, las mecánicas del humor que tan bien manejaba el director francés.

Las cosas claras, este guateque es un auténtico frenesí del slapstick, que concatena sketches cómicos a cada cual más hilarante, de carácter eminentemente visual y en claras reminiscencias a los clásicos del cine mudo. Subrayo con especial atención la cachonda escena de la cena; con un inolvidable -y beodo- camarero que, junto con Bakshi, todo lo desmonta en una orgía del humor de más de diez minutos de duración. Lo que le sigue es un maravilloso in-crescendo, capítulo romántico de por medio, hasta llegar a unos últimos minutos de auténtica locura que remachan con una apología a la fiesta más contracultural, libertaria y hippie. Luego, tranquilidad, despedida, risitas cómplices, y todos contentos.

Me encanta El guateque. Yo os digo: si uno está triste, debería ponérsela para alegrarse; si uno está contento, debería ponérsela para celebrar; y si a uno no le sucede nada, debería ponérsela para que suceda algo. Por eso, a vosotros, que este fin de semana seguramente salgáis a divertiros, antes bailad a la música de esta película, os aseguro que saldréis a comeros el mundo. Yo ya lo he hecho ¿Os unís a la fiesta?

Nota: 8

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Chus García

ChusGarciaRodriguez: «Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador.»

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